dissabte, 9 de gener del 2016

LAS FOSAS QUE NO APARECEN… SENTIMIENTOS A PIE DE FOSA.


https://cronicasapiedefosa.wordpress.com/2016/01/09/las-fosas-que-no-aparecen-sentimientos-a-pie-de-fosa/



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Jesús Pablo Domínguez Varona & Aiyoa Arroita Lafuente.
BILBAO.
Toda exhumación de fosas tiene un proceso previo de investigación y un protocolo. En primer lugar está la noticia de la misma fosa, bien por conocimiento popular o por relatos de los testigos que la vieron hacer. En ambos casos se hace una ficha y comienza su estudio para averiguar la causa de la misma, fecha y posible número de personas en ella. Si no aparece información al respecto tras la investigación y sólo hay los datos de primera mano de los testigos, se comprueba mediante prospección la realidad de la misma. A veces una simple cata es suficiente, otras se hace una excavación con maquinaria para ahorrar tiempo.
Aquí solo vamos a hablar del proceso técnico y humano, no del administrativo de permisos y esas cosas, que previamente las asociaciones han tenido que tramitar para que la búsqueda y exhumación se realice.
Con los permisos en la mano y la posible localización de la fosa común se comienza el trabajo, realizado de forma profesional por técnicos de antropología forense y arqueólogos ayudados por un batallón de voluntarios.
Más adelante tendremos una serie de colaboraciones, unas opiniones y sobre todo unos sentimientos de personas, pero sobre todo amigos, que por una u otra causa han hecho de la búsqueda y exhumacion de fosas comunes parte de su vida.
Desde que en el año 2000 se comenzaron las exhumaciones con técnica científica por equipos multidisciplinares, han sido cientos las fosas abiertas con resultado positivo.
Gracias a la Ley de Memoria Histórica se ha podido levantar un Mapa de Fosas que el Gobierno de España tiene registradas en el Ministerio de Justicia con 2.382 fosas comunes, referentes a unas 45.000 víctimas. Desde 2.000 se han abierto aproximadamente 350, poco más del 10%, rescatando unos 8.000 cuerpos (solo 2.840 en cementerio de Málaga).  Sin embargo aún hay casi 120.000 personas desaparecidas enterradas en fosas y cunetas que falta encontrar.
Si a esto añadimos que en 1959 se comenzó a trasladar al Valle de los Caídos miles de cuerpos, se habla de más de 34.000 restos de republicanos que antes fueron personas, para rellenar el mausoleo del dictador Franco y de las cuales no hay constancia de donde salieron, nos encontramos con que hay cientos de fosas que posiblemente no contengan ningún cuerpo.
Prueba de estos “secuestros de fosas” es la demanda judicial interpuesta ante el juzgado civil de el Escorial (Madrid) por familiares de los hermanos Lapeña- Altabas, fusilados por falangistas en 1936 en Villarroya de la Sierra (Zaragoza) y enterrados posteriormente en una fosa común, de donde, por orden directa de Franco, se exhumaron para su traslado al citado mausoleo deCuelgamuros.  La familia quiere recuperar sus restos de la citada cripta franquista alegando que fueron exhumados y trasladados sin permiso familiar, algo que según los documentos de la época, se permitió desde el régimen.
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Documento Ministerio de la Gobernación 31 octubre 1958.(http://www.memoriahistorica.gob.es/ValleCaidos/index.htm)
Otro caso similar es el de Aldeaseca en Ávila, descubierto cuando se exhumó la fosa llamada “de los muertos”  donde se sabía desde siempre yacían los cuerpos de 7 personas (6 hombres y 1 mujer). Una vez abierta se descubrió tan solo los restos de un cráneo y algunas pertenencias en medio de una tierra revuelta. En investigación posterior la familia descubrió que el 23 de marzo de 1959 entraron en el monumento franquista de Cuelgamuros una serie de 111 cajas con restos de fosas sacadas de varias provincias, entre ellas Ávila con 18 de ellas. En la documentación de entrada se dice que en la que procedía de Aldeaseca venían los restos de 5 hombres y una mujer no identificadas haciendo un total de 6 personas. El error de cómputo del número de asesinados y enterrados en la fosa de Aldeaseca con los que llegan a Cuelgamuros es la falta de una persona, exactamente la que corresponde con el cráneo hallado en la fosa mal exhumada por las prisas del momento. Ninguno de los trasladados contó con el permiso familiar, ya que según los documentos eran personas no identificadas por el régimen y sus asesinos, pero perfectamente conocidas por familiares y vecinos.
Sirva estos ejemplos para comprender que no son un caso aislado, miles de restos trasladados al mausoleo franquista son de republicanos asesinados y combatientes republicanos que en ningún momento contaron con los permisos familiares y que fueron llevados allí por Decreto tal y como lo demuestra la documentación existente en los archivos.
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Documento Ministerio de la Gobernación 26 febrero 1959.(http://www.memoriahistorica.gob.es/ValleCaidos/index.htm)
Otros traslados secretos de enterramientos clandestinos en montes y cunetas se llevaron a fosas comunes en los cementerios municipales, sin contar los que contra sus muros fueron asesinados por fusilamiento.
Fosas “legales” en cementerios municipales los hay en todas las provincias, sobre todo en las grandes capitales. Recordar solo los de Málaga, Santander, Barcelona, Mérida, etc.
Sin embargo las fosas “ilegales” que no cuentan con ningún registro de dónde, cuándo y cuántos hay en la fosa también existen.
Recientemente CRONICAS A PIE DE FOSA a estado en uno de ellos ayudando a la búsqueda de un numero de 8 personas asesinadas contra los muros del cementerio de Dicastillo (Navarra) y enterrados en fosa en el interior en lugar desconocido. Durante dos días la Sociedad Aranzadi y la Asociación de Familiares de Fusilados de Navarra (AFFN36) ha estado buscando esa fosa sin resultado positivo. La causa hay que buscarla en que los testigos directos de la situación de la fosa han muerto, los datos han pasado a manos de terceras personas y en el cementerio se han hecho remociones y enterramientos posteriores.
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Busqueda fosa en el cementerio de Dicastillo (Navarra). (Imagen propia).
Ese es el mayor problema al que nos enfrentamos en la búsqueda de fosas, la desaparición de testigos directos por fallecimiento. Los datos no directos proporcionados por otras personas que tratan de ayudar a la búsqueda, no hacen más ampliar las zonas de búsqueda y complicar el trabajo de localización sin mala intención.
Lo mismo sucede en la búsqueda de más fosas en la localidad de Ibero (Navarra) donde tambiénAranzadi y AFFN36 hallaron en diciembre 7 cuerpos, restos completos de 4 personas y restos incompletos de 3. En 1978 ya se excavó en la zona y se exhumó de forma “familiar” sin métodos científicos pero con mucho corazón los restos de 21 personas. Como se sospechaba la existencia de más fosas, una individual y otra o varias colectivas se continuaron los trabajos ayudados por “nuevas” evidencias de relatos de terceros testigos que finalmente no dieron con ellas.
Otros caso distinto, que los hay, es el de proporcionar datos erróneos a propósito o denegar la ayuda para dar información, como en el caso reciente de la fosa del cementerio de Rao (Lugo). El boletín de ARMH de diciembre de 2015 nos dice al respecto:
“Tras el asesinato de Salvador Voces Canóniga, el 13 de octubre de 1948, su cuerpo fue enterrado en una esquina anónima del cementerio de Rao (Lugo), tal como quedó reflejado en la información elaborada por la Guardia Civil.
Salvador era vecino de Quilós (León) y tuvo que huir al monte para poder salvar su vida en 1936, junto a sus hermanos Pedro, Demetrio y Gumersindo. Resistió durante años y luchó contra la dictadura franquista desde los montes del Bierzo y Galicia, donde finalmente fue abatido en una emboscada de la Guardia Civil tras un golpe económico, el día antes, en la misma parroquia lucense.
La Asociación empezó los trámites para buscarle hace ya tres años, aunque numerosos obstáculos retrasaron en varias ocasiones la búsqueda de sus restos. Finalmente el pasado día 18 de diciembre, los trabajos finalizaron sin éxito. El cuerpo de Salvador ha sido removido a un lugar indeterminado del mismo Cementerio, por lo que la ARMH ha tenido que abandonar su búsqueda ante la falta de información y colaboración de los vecinos.”
Algo parecido ocurre con la búsqueda de una nueva fosa en Estépar (Burgos) donde en la campañas 2014-15 se logró hallar 4 fosas comunes con un total de 96 cuerpos. La situación de las fosas se sospechaba pero finalmente fue el georadar el que dio unas ligeras muestras de donde había que cavar. Sin embargo ese aparato mágico también falla y no es más que un complemento en la localización. Los testigos directos son la principal baza para la búsqueda y, si no los hay, pues los terceros testigos y ahí es donde comienzan a surgir los problemas. En Estépar se busca una 5ª fosa o más, una llamada “de las mujeres” por ser según se sospecha de personas asesinadas de ese sexo. Durante meses la búsqueda se ha mantenido sin éxito y finalmente se ha abandonado hasta la espera de mejores “pruebas”.
La fosa del cementerio de Alcañices  en Zamora se buscó este año de 2015 para tratar de localizar los cuerpos de cinco represaliados, fusilados por los rebeldes franquistas en los primeros meses de 1936. Los trabajos quedaron suspendidos por parte de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). El motivo no es otro que la falta de información concreta acerca del lugar exacto para la localización de la fosa dentro del cementerio. De momento no se disponen de más datos y documentación para el hallazgo tras varios días de búsqueda.
La ARMH ha hecho varias prospecciones y búsquedas “negativas”, algo normal ante el inmenso volumen de trabajo que se amontona en sus archivos de petición de solicitudes de exhumaciones.
Por ejemplo las de un joven de 16 años, Arsenio Macías, que fue asesinado entre 1936 y 1937 en la curva de la carretera N-536 a su paso por la localidad de Villalibre de la Jurisdicción (León). La fosa se encontraría a escasos metros de su vivienda, fue asesinado por no delatar el paradero de su hermano que estaba escondido.
En Santa María de Gordón (León) una fosa común localizada en un terraplén de dicha localidad. La investigación histórica permitió acotar una zona en la que, según varios testimonios y vecinos de la localidad, debía localizarse el entierro.
En Tresviso (Cantabria) en el paraje denominado La Mesa, con el fin de encontrar una fosa individual con el cuerpo de una persona fusilada durante la Guerra Civil Española (1936-1939) llamada Avelino Fernández Bravo.
Otras veces, la suerte acompaña tras varios días de búsqueda, y a punto de acabar los trabajos se da con la localización exacta como en la fosa de Villanueva de Valdueza con la exhumación de una persona asesinada el 9 de Octubre de 1936 llamada Antonio Fernández González “el Cesterín”, de 24 años.
Como hemos dicho no siempre las fosas buscadas aparecen y para contarnos sobre el tema el compañero Miguel Ángel Capapé, presidente de la Asociación por la Recuperación e Investigación Contra el OlvidoA.R.I.C.O. – Memoría Aragonesa nos relata varias de esa búsquedas fallidas y la frustración ante lo evidente.
“Sobre las fosas que no hemos podido encontrar, en nuestro caso en el barranco de la Bartolina (Calatayud) fue que en el año 1999 donde se encontraba la fosa fue excavada una zona muy amplia y la tierra junto a los restos óseos fueron a parar en el sellado del vertedero de la ciudad, en el pueblo de los Pintanos después de muchas versiones distintas y de buscar con la pala excavadora por todo el campo, la versión fiable seria que la fosa de dos individuos se encuentra debajo de una báscula de pesaje que se construyó en los años 50 y en el cementerio de Sos del Rey Católico pues ahí descubrimos después de abrir la sepultura que nos indicaba la información que teníamos y que no estaba marcada de ninguna manera que se había reutilizado sacando a los dos que buscábamos uno a continuación del otro por otros dos enterramientos posteriores. Supongo que son las causas más comunes para la inmensa mayoría de exhumaciones fallidas. La verdad es que en mi-nuestro caso la implicación personal y emocional en cada investigación y posterior excavación-exhumación es muy grande con lo que después de varios días de trabajo tener que decir a la familia que no hemos podido encontrarlo es un duro golpe, en el lado opuesto esta cuando lo encuentras la alegría es inmensa, si no está la familia esa primera llamada es muy emocionante y si está presente el abrazo es eterno.”
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Miguel Ángel Capapé, presidente de A.R.I.C.O. – Memoría Aragonesa.
ARICO, Aranzadi, ARMH y cualquier otra asociación que se dedica a la exhumación de fosas comunes tiene localizaciones “negativas”, lo que no hace más que imprimir en sus miembros ganas de localizar otra con resultados positivos.
Una de las búsquedas sin resultado se realizó en Sopuerta (Bizkaia) en el barrio de Alcedo tratando de localizar una fosa donde una testigo dice que tras la caída de Bilbao, se instaló en un caserío cercano el puesto de mando de una compañía perteneciente a un batallón vasco. Después de un tiroteo con las tropas franquistas y del abandono de la posición por parte de las fuerzas vascas, aparecieron los cuerpos de tres milicianos en los terrenos de su propiedad. Se dio conocimiento a las autoridades municipales, pero, ante la pasividad de estas, el padre de la informante decidió inhumar los cuerpos allí mismo. En 2012 se procede a la prospección en el caserío de la familia Jauregui, y tras dos jornadas de búsqueda la fosa no fue localizada.
El intento de localizar varias fosas en terrenos del pueblo burgalés de Torme, cercano aVillarcayo, ha resultado infructuoso en otros tantos intentos. Los testimonios una y otra vez contradictorios no facilitan el dar con el lugar exacto a pesar de las prospecciones. Es como si además de no haber nadie que recuerde el siniestro lugar, traten de “marear la perdiz” con un lugar ahora y otro después. Sabemos que es Burgos, provincia donde aún el aire fresco de la democracia no ha llegado a todos los pueblos y donde el “miedo” o “devoción” por la dictadura franquista pasa factura aún hoy en pleno año 2016.
También nuestro amigo y colaborador Miguel Mezquida Fernández Arqueólogo Director de laAsociación Científica ArqueoAntro y del Grupo para la Recuperación de la Memoria Histórica de Valencia (GRMHV)  quiere dejar su granito de arena en este reportaje relatándonos su experiencia,
“Quizás uno de los momentos más amargos de estos últimos 8 años, en los que he tenido la suerte de colaborar en procesos de localización, excavación, exhumación e identificación de víctimas de la Guerra Civil y del Franquismo, fue cuando finalmente tuvimos la certeza de que no habíamos dado con los restos de José Valls Casanova y de Luis Meseguer Pascual, vecinos de Borriol (Castellón), asesinados el 2 de septiembre de 1938 y enterrados en una fosa en el Cementerio Municipal de dicha localidad.
Supongo que para cualquier arqueólogo, como para cualquier antropólogo, historiador, restaurador, médico forense, o investigador involucrado en estos proyectos memorialistas la sensación debe ser la misma… La de sentir que se te ha quedado una espinita clavada, que en algo fallaste, que se podía haber hecho más, que se podría retomar la búsqueda, que tiene que haber algún cabo suelto… No sé, siempre intentas buscar otras explicaciones que nos proporcionen mayor “paz”, a las respuestas lógicas de que la fosa está desaparecida, fue afectada por remociones posteriores, o que los huesos acabaron en el osario.
En nuestro caso, como casi todos, llevar adelante la exhumación de la fosa de Borriol supuso una gran batalla, y más con los gobiernos autonómicos que hemos sufrido en la Comunidad Valenciana en los últimos 20 años, ya que nos enfrentábamos a grandes trabas institucionales, pero sobre todo financieras (sin ningún tipo de apoyos, ni siquiera los estatales, con una ley que a día de hoy “de facto” está derogada al carecer de dotación económica). Así pues, pensamos en costear los gastos mínimos a través del primer micromecenazgo destinado a exhumar restos de represaliados. Un “crowdfunding” y una campaña publicitaria y de difusión que llevamos nosotros mismos, junto a los familiares, lo que estrechó aún más si cabe la relación con la familia “Balaguer-Valls”. Familia que estuvo codo con codo con el equipo, no sólo en la redacción del proyecto, en la búsqueda de respaldo económico, o visitándonos diariamente a pie de fosa (la hija y nietos del asesinado), sino incluso participando activamente en la excavación, a través del bisnieto del represaliado.
Por ello, por todo lo vivido a lo largo de casi dos años, este resultado negativo en este proyecto en concreto fue aún, quizás, más doloroso si cabe… En la rueda de prensa donde comparecimos ante los medios para dar las explicaciones finales, no pudimos contener los sentimientos de frustración, sentimientos que incluso ahora, al escribir estas letras afloran a modo de nudo en la garganta y presión en el pecho.”
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Miguel Mezquida Fernández, arqueólogo con Pilar Alcorisa, familiar de un represaliado.
La última busqueda,a la que hemos asistido, se ha realizado en el monte Urkullu en Larrabetzu (Bizkaia) donde se ha exhumado el día 2 de enero de 2016 los restos de un combatiente republicano no identificado. Fue hallado su cuerpo a través de una prospección rutinaria por parte de un equipo de Aranzadi en el mes de agosto de 2015.
Su descubridor Alberto J. Sampedro “Ixile” miembro de Euskal Prospekzio Taldea de la Sociedad Aranzadi no es el primer soldado que localiza. Hasta ahora ha encontrado los restos de 4 combatientes, 3 en Euskadi ya exhumados y uno en Asturias pendiente de exhumación debido a la politica. Con sus propias palabras nos cuenta su experiencia y sentimientos ante una fosa.
 “Como miembro de Euskal Prospekzio Taldea de Aranzadi, cada vez que salgo al monte a detectar en una zona de combate y he tenido la enorme suerte de encontrar una fosa, me ha surgido una mezcla de sensaciones, por un lado tristeza al pensar que una persona ha estado casi 80 años en mitad de un bosque o monte tirado y por otro la alegría del hallazgo y la posibilidad de darle un poco de dignidad a un combatiente olvidado al que casi nadie busca.
Después viene toda una montaña rusa de sensaciones. Pasada la alegría inicial, y hasta que se pone una fecha para la exhumación, viene la preocupación por que la integridad de la fosa no se vea dañada por algún bicho o por alguna persona con menos escrúpulos. Así que visito la zona periódicamente 
para controlarla hasta que se produzca la excavación.
Y llegan los nervios en cuanto me comunican el día de la exhumación, nervios y dudas. ¿Estará entero o no? ¿Tendrá chapa de identificación? ¿Podremos saber quién era y dar con su familia?
Con Eloy de la cota 333 en Zornotza, se pudo saber y entregar a su familia, igual que con Hilario en Peña Lemona. Os confesaré algo que solo le he comentado a mi compañera María, alguna lagrimilla se me escapó cuando en el acto de entrega de los restos de Hilario vi a su hermana darle un beso a la hebilla de gudari, que fue uno de los objetos por los que le pude encontrar. ¡¡¡¡Por ese momento ya vale la pena pasar nervios, dudas y preocupaciones!!!!
En el caso de Urkullu parece que va a ser difícil dar con una identidad pero eso no nos desanima.. Seguiremos saliendo al monte a detectar en zonas de combate y aunque sabemos que dependemos de la suerte para dar con una fosa, pues esto es como buscar una aguja en un pajar, hay que salir a buscarla hasta dar con ella. Salir una y otra vez.”
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Alberto J. Sampedro  “Ixile” de Euskal Prospekzio Taldea de Aranzadi.
Cuando llegamos a un lugar donde todos los indicios nos dicen que hay una fosa y la máquina comienza a raspar suavemente la tierra, la tensión se palpa en el ambiente. Normalmente a las exhumaciones aparte del equipo técnico de exhumación con antropólogos forenses y arqueólogos o historiadores se unen voluntarios que trabajan habitualmente con los equipos y con los cuales están compenetrados. Alrededor de ellos se arremolinan un montón de gente que sigue los trabajos y los familiares de los que se sospecha están en esa fosa, acompañados en todo momento por miembros de la asociación de memoria histórica que promueve la investigación y solicita la exhumación.
Cada palada de tierra extraída es un suspiro profundo y una leve esperanza de hallar los primeros huesos.
Jimi Jiménez, arqueólogo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, experto en la guerra civil, nos manda una reflexión sobre la búsqueda de fosas con el nombre de “ NO SIEMPRE LOS FINALES SON LO ESPERADO”.
“A lo largo de estos últimos 15 años los técnicos hemos sido testigos de la evolución habida a la hora de reclamar una investigación sobre los casos de desaparición y asesinato. Si hasta hace unos años eran, en gran medida, los hijos o hermanos quienes de manera insistente reclamaban esas investigaciones, entre otras cosas, para combatir el olvido, en momentos más actuales son los nietos y bisnietos quienes han tomado el testigo de este combate. Sin embargo, por desgracia, las informaciones más directas sobre hechos concretos, fechas o lugares van desapareciendo al mismo tiempo que sus custodios, sin que se produzca esa transmisión generacional. Este proceso pasa a tener una enorme importancia y se suma a los problemas habidos hasta ahora en los procesos de búsqueda.
Hasta ahora los “fracasos” en la localización de enterramientos clandestinos se atribuían a fallos en las informaciones. Por lo general nunca se pone en duda el testimonio, sí los cambios producidos en los paisajes durante décadas, o cambios en las referencias que los informantes tenían a la hora de apuntar a un lugar concreto. A todo esto hay que añadir la ausencia de transmisión de muchas de estas informaciones.
El resultado final tanto para los técnicos como para las familias que esperan un desenlace positivo en estas búsquedas, continua siendo el mismo, desolación. Para los técnicos doblemente, por una parte el no ver satisfecha toda la dedicación empleada en cada ocasión y por otra la propia empatía con las familias, para quienes los técnicos son una parte más de éstas.
En determinadas ocasiones, sobre todo aquellos casos donde la dificultad es mayor, principalmente por la falta de concreción, el esfuerzo y la energía utilizada en los trabajos ya supone un “éxito” para todos.
En definitiva y dejando las cosas nítidas, la ausencia de resultados no implica de manera automática que las historias sean inciertas o que los testimonios falten a la verdad.”
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Jimi Jiménez, arqueólogo de la Sociedad Aranzadi. (Imagen Iban Gorriti,http://mugalari.info/)
Entre que la fosa buscada aparece, las gentes que alrededor se arremolinan, técnicos, voluntarios, familiares y curiosos, una tensa calma se respira en el ambiente, se hacen pequeños corrillos y se entablan relaciones afectivas. Nos une a todos un sentimiento en común, el rescatar del olvido de una triste fosa los restos de las personas asesinadas, el volverlas del recuerdo a la historia.
Nuestra amiga Hedy Herrero miembro de Txinparta- Fuerte San Cristóbal de Navarra y una virtuosa del periodismo gráfico no profesional, que tiene a través del objetivo de su cámara una visión muy particular, nos relata con sus mismas palabras el sentimiento ante la apertura de una fosa.
“Recuerdo perfectamente la primera vez que me enfrenté con la verdad, fue en la exhumación que se hizo en junio del 2010 en el cementerio de las botellas, en Pamplona.
Pensé mucho en mi abuelo Agustín, él seguro que conoció a muchos de los allí enterrados pues estuvieron juntos en el Fuerte de San Cristóbal, pensé que incluso alguno de ellos pudiera haber sido amigo suyo.
Llevaba una pequeña cámara de fotos y me alejé un poco de la gente que andaba por allí para acercarme poco a poco a las telas que cubrían los cuerpos enterrados, con mucho cuidado levanté la tela y le pedí permiso al cuerpo para hacerle mi primera fotografía, cuando terminé de clickear y vi a través del visor la auténtica verdad de la historia pensé que esa sería mi pequeña aportación a la barbarie que se cometió en este país. Mi pequeña arma de información masiva se convirtió, desde ese mismo instante en mis ojos, mis sensaciones, mis sentimientos.
A partir de ahí voy a todas las exhumaciones que puedo y recojo las máximas instantáneas posibles, en todas y cada una de ellas me emociono con las personas mayores que suelen estar por allí, algunas miran, otras susurran, otras lloran…pero todas y cada una de ellas llevan una historia que contar.
En todos los lugares que he podido asistir he sentido lo mismo cuando después de mucho trabajo por parte de lo/as voluntario/as y de equipo de Aranzadi arañando la tierra en busca de restos aparece el primer hueso, quizás es tan pequeño que ni mis ojos pueden verlo pero siempre hay una mirada experta que para enseguida las máquinas y dice…AQUÍ. Esa simple palabra me altera el ánimo, me emociona y siempre aplaudo. No lo puedo evitar, cuando esos pequeño huesos surgen de la tierra siento que ya están en casa, que sus familiares ya pueden recuperar su dignidad.
Quizás la exhumación de Berriozar fue para mí la más intensa, emocionalmente hablando. Uno de los cuerpos que se iban a recuperar era el de José Varona Clemente. Él y mi abuelo Agustín habían sido amigos en Miranda de Ebro, donde les detuvieron juntos, juzgado juntos y llevados juntos al Fuerte de San Cristóbal. Durante la fuga del 22 de mayo de 1938 ambos salieron juntos para huir pero en un momento dado mi abuelo perdió de vista a José y nunca más supo de él. Me cuenta mi tía que mi abuelo siempre pensó que su amigo había conseguido pasar la frontera. Años después, cuando yo comencé toda esta investigación de datos de los preso del Fuerte supe la verdad, José Varona Clemente fue asesinado en la fuga.
En abril del 2015 me enteré que iban a exhumar a cuatro de los fugados del Fuerte y que uno de los nombres que se barajaban que podría estar allí era el de José Varona Clemente, puedes imaginarte lo que sentí en aquel momento? Iba a recuperar parte de la historia de mi abuelo¡¡¡
Comenzaron a excavar la tierra, arañando poco a poco el terreno hasta que por fin, con mucho esfuerzo fueron apareciendo los primeros vestigios de huesos, cuando alguien gritó, PARA LA MAQUINA grité. Grité y lloré como hacía tiempo. Me puse a temblar y tal fue mi estado de nervios que tuve que sentarme para respirar hondo.
La única imagen que tenía en mi mente era a mi abuelo.
Los huesos podrían ser o no de José pero me daba igual, todos eran José Varona Clemente.
Hoy día sigo mirando a través del visor de mi cámara de fotos con los ojos de todos aquellos desaparecidos, por todos aquellos asesinados.”
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Hedy Herrero, miembro de Txinparta- Fuerte San Cristóbal.
Y por ultimo, otro buen amigo que ha querido colaborar con nosotros es Txato Etxaniz, miembro de Gernikazarra historia taldea  que aporta su personal visión a pie de fosa.
“Me piden mis amigos de CRONICAS A PIE DE FOSA unas líneas para expresar qué siento cuando estoy frente a un terreno inmaculado buscando una fosa… y de repente la pala localiza algo. Siento que el nerviosismo me atenaza, la ansiedad crece. Y me vuelven a la memoria las biografías de quienes estamos buscando, unos sencillos demócratas que por defender la legalidad fueron asesinados. Y pienso -como otras veces aquí, en la provincia de Burgos-, que estoy en un terreno y territorio, donde estas cosas de exhumar fosas de “rojos”, de dar un lugar en la historia a estos desaparecidos, no está del todo bien vista por aquellos que antaño por acción u omisión o fueron o se sienten culpables. Dar este paso en estas tierras no fue fácil, pero la labor de saber, de conocer, de ponerles en la historia, es muy satisfactoria. Sobre todo cuando se encuentran tan cercanos sus ancianos familiares, hijos, hermanos…aquí, junto a mí, a pie de fosa, que no saben cómo agradecer la labor que se hace.”
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Txato Etxaniz, miembro de Gernikazarra historia taldea.
También para nosotros el momento de estar ante una fosa que se abre es un momento de incertidumbre, una tensión y una concentración extrema mirando la pala de la excavadora remover la tierra lentamente. Nuestros ojos enfocan el fondo de la fosa y escudriñan en busca de un pequeño hueso que muchas veces confundimos, por la excitación, con un simple palo o rama de árbol.
Este trabajo altruista, una afición rara para otros, ha hecho en nosotros una sensación de necesidad permanente por acudir a cuanta búsqueda y exhumación de fosas se realice dentro de nuestras posibilidades laborales, sea cual sea la distancia en recorrer.
Es como una droga que se nos mete en el corazón y nos impulsa a acudir al lugar, unas veces con resultado positivo de localización de la fosa y donde la exhumación es ya un hecho y otras veces con la incertidumbre y el malestar de no haber hallado nada, pero siempre con la esperanza de que la próxima vez será distinto.
AGRADECIMIENTOS.
Este reportaje no se hubiera podido hacer sin la ayuda y colaboracion de nuestros buenos amigos Hedy Herrero, Jimi Jiménez, Alberto J. Sampedro, Txato Etxaniz, Miguel Angel Capapé y Miguel Mezquida.
A todos ellos un fuerte abrazo y nuestro más sentido agradecimiento.
NOTA.
Las imagenes en las que aparecen los colaboradores son propiedad de ellos mismos, salvo que se indique lo contrario.
FUENTES CONSULTADAS Y ENLACES.