dissabte, 28 de novembre del 2015

Entrada 13.000. La extradición de Gabriel Pradal o el olvido de Serrano Suñer


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Enrique de Francisco, Carmen Largo Caballero y Gabriel Pradal. |  Foto de Enrique Tapia.Enrique de Francisco, Carmen Largo Caballero y Gabriel Pradal. | Foto de Enrique Tapia.

El 6 de Febrero de 1939, Pradal se ve obligado a abandonar su país camino del exilio, meses después será juzgado por el Tribunal de Responsabilidades Políticas condenándole a tres penas de muerte: por haberse opuesto al levantamiento salvador franquista se le condena a garrote vil; por su condición de Diputado socialista y la tercera condena por haber sido Comisario Político del “Jaíme I”. A estas condenas hay que sumar una multa de 100.000 pesetas. Al encontrarse fuera de España para poder ejecutar las condenas, el Gobierno de Franco pedirá su extradición al de Vichy en 1941.
El 29 de julio, el Comisario de la Policía Móvil de la Octava Brigada Regional de Toulouse, Jean Coussié acompañado de otro policía, se presentaron en el domicilio de Pradal hacia el medio día, debía acompañarles a fin de hacerle una notificación en la Comisaría de la calle Roquelaine, 9. Pradal, acompañado de su hijo mayor, fue llevado a las dependencias policiales, una vez en el despacho del comisario Coussié, se le informa que el Gobierno de España ha solicitado su extradición. Tras una serie de preguntas rutinarias acerca de su identidad, si podía haber alguna confusión con otra persona, a qué se dedicaba en España y si había intervenido en algún tribunal u organismo que dictara sentencias de muerte. Afirmó que jamás había intervenido en tribunal alguno ni había pertenecido a ningún Comité, es más, en las escasas ocasiones en que se solicitó su testimonio procuró actuar en conciencia aportando información favorable para el acusado.
El comisario Coussié le pregunta si quiere dar algunos nombres de personas que puedan avalar su conducta, Pradal da el nombre de Serrano Suñer, la respuesta impacta en el comisario quien le hace ver que es el propio Serrano Suñer, Ministro de Asuntos Extranjeros en España, quien ha firmado su extradición. A lo que Pradal insiste y responde “Serrano Suñer, que fue mi amigo, tiene motivos muy suficientes para saber que yo no soy un criminal y, además, para no decirlo”.
Ramón Serrano Suñer y Gabriel Pradal habían compartido escaño en el Congreso de Diputados, ambos de posiciones ideológicas contrarias, no había lazos de amistad pero si de respeto. En 1933 votó a favor de Pradal cuando este perdió el acta de diputado como consecuencia de irregularidades electorales en la circunscripción de Níjar. En 1936 muere el padre de Serrano Suñer, Pradal le acompañará en ese duro momento, un hombre en apariencia humana y hundido le escribe el 15 de abril de 1936,
“Mi distinguido amigo. De corazón le agradezco el recuerdo que me dedica con ocasión de la muerte de mi inolvidable padre q.s.g.h. Ha sido para mí un golpe terrible; era para mí, padre, madre y maestro y su marcha me deja el mundo completamente vacío. Suyo agradecido amigo q.e.s.m.”
En septiembre de 1936, Serrano Suñer fue detenido y aislado, días después, el 8 de septiembre, escribe desde la cárcel:
“Amigo Pradal,
Entregado de lleno a la amargura en que usted tuvo la bondad de acompañarme en el mes de Julio con ocasión de la muerte de mi padre, me encuentro inopinadamente con esta angustia de mi detención y aislado y abandonado de tantas personas de diversa significación que fueron mis amigos o, al menos, de quienes lo era yo en una zona de coincidencia humana, guardando una relación de rectitud y decencia. Por ello, aún haciéndome cargo de las muchas y graves tensiones que pesarán en estos momentos sobre un hombre como usted que profesa el ideal con tanta pureza y convicción, me dirijo a usted seguro de que no me abandonará en mi desgracia. Otras personas que como usted conocieron de cerca mi independencia política y la rectitud de mi conducta que renunciando a todo no vacilé en enfrentarme con los errores e injusticias de quienes figuraban como amigos, me asistieron mientras estuvieron aquí.
Jamás estuve tan alejado como ahora de toda actividad, política, porque la muerte de mi padre me separó de todo y de todos. Por mis hijos pequeños y por estar limpio de culpa pido protección a un hombre de bien que creo tiene la certeza de que yo lo soy también. Me trajeron a donde estoy hablándome de una mayor seguridad personal que, a pesar del buen deseo de muchos, creo no existe.
No me asustan ni la pobreza ni el trabajo, que ambas cosas conozco. Y no a usted, queen esta ocasión parecería pequeñez para los dos, y ello es por otra parte sabido, sino a todos los españoles, a todos los hombres que sufran o puedan sufrir ofrezco en lo que de vida me quede las posibilidades que tenga de consagrarme a evitar para todos angustias como las mías de hoy.
Un abrazo de su buen amigo”.
Pradal como en tantas otras ocasiones, hizo lo posible para su puesta en libertad. En un escaso plazo de tiempo el cuñado del generalísimo, que llegó a ser Ministro de Asuntos Exteriores en el Primer Gobierno de Franco, no sólo olvidó su promesa sino que no tubo ningún reparo en solicitar la extradición de tantos españoles y con ello sentenciar su pena de muerte, entre los que se encontraban Luis Company, Julián Zugazagoitia, Cruz Salido y el propio Pradal. La memoria puede tener lagunas, la carencia de principios define sus actos. Ese insignificante personaje al que la historia le ha concedido el título de “cuñadísimo” debió pensar que las palabras se las lleva el viento y que había llegado el momento de demostrar su valía en la Nueva España.
Nunca pudo imaginar que la carta lastimera y suplicatoria que un día utilizó para salir de la cárcel, sería el salvoconducto que liberó de la muerte a Pradal. Cuando el comisario Coussié tuvo conocimiento del documento solicitó hablar con el Gobierno de Vichy, la respuesta tardaría en llegar por lo que Pradal fue conducido a otras dependencias donde permaneció bajo custodia de la Police d'Etat. Pradal narraba como a diferencia del respetuoso trato que le aplicó el comisario, en las nuevas dependencias sería vejatorio no solo para él que en ningún momento estaba en condición de detenido sino para todos los que pasaron por ellas como fue el caso de un grupo de españoles que iban a ser conducidos a un campo de concentración, o a sus propios hijos que aquella mañana habían acudido a interesarse por la situación de su padre, cinco niños, el menor de ellos de nueve años, solos y sin medios en un país extranjero, se verían sometidos a una situación humillante en manos de los defensores del orden. Coussié le comunicó que Vichy estaba estudiando la situación, incluso pensaba que podía haber un error de identidad por lo que le dejaba en libertad de forma provisional, para ello le retenía su tarjeta de identificación ordenándole que debería presentarse todos los días a las doce de la mañana en comisaría.
Pasan los días y Pradal sigue acudiendo al Comisariado Móvil cada mañana con la idea de que la orden que llegue de España sea la confirmación de su extradición aunque cabe dentro de lo posible que no llegue respuesta alguna y paren el asunto, le explicaría a su amigo y compañero en el Congreso de los Diputados, el socialista Enrique de Francisco
“.....es interesante que el comisario me preguntó si yo había intervenido en organismos en dónde se dictaran sentencias de muerte. En Almería era notorio mi apartamiento de tales cosas y mi repugnancia por ellas. ¿El Jaíme I, como usted supone?, mi mandato fue posterior a las actuaciones del Comité que fue disuelto para que yo entrase. Lo cierto es que esa gente me hace el honor de odiarme por el daño que les he hecho dignamente. No olvidan la defensa de Almería sin la cual hubiera caído también Málaga, no se hubiera reconquistado Guadix inmediatamente por los almerienses y hubiera quedado Murcia al descubierto. La transcendencia de aquello la saben los fascistas y los almerienses aunque no fuera apreciada por los Gobiernos de la República.....”.
Efectivamente el tiempo pasa y el Gobierno de Vichy sigue sin recibir noticias de España, en 1943 continúa presentándose en comisaría aunque ahora lo hace cada dos semana. La respuesta de España no llegó, los controles en comisaria y los interrogatorios serían una constante hasta que la situación se agrava debido a la ocupación alemana y Pradal junto a su hijo mayor se verán obligados a vivir escondidos por temor a una posible deportación hasta la liberación de Francia en 1944.
Gemma Pradal

Funcionaria de la Junta de Andalucía. Licenciada en Geografía e HIstoria (Historia Contemporánea). Es autora del libro "Gabriel Pradal 1891-1965" y de diversos artículos en prensa local. Ha colaborado con la Asociación de Memoria Historica ROCAMAR en Jornadas como "El exílio almeriense en Francia", "La represión de la mujer en la postguerra", "El parte inglés".
Fue Comisaria de la exposición El exilio almeriense en Francia y Concejala del Ayuntamiento de Almería (2007-2011). En la actualidad es Secretaria de Cultura en la Ejecuiva Municipal de Almería del PSOE.