dilluns, 11 de maig del 2015

Cuando el Burjassot CF se burló del franquismo


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1933 Burjasot F.C. 4
Evasión o victoria a la valenciana
José A. López Camarillas@lopezcamarillas
En tiempos grises, el rojo es sinónimo de esperanza. ¿Puede el fútbol convertirse en una herramienta de protesta? ¿Qué tiene de revolucionario ponerse un pantalón? El Burjassot CF escribió en 1959 uno de esos capítulos de la historia que algunos, por miedo a perder la hegemonía política en el deporte, se esfuerzan en silenciar.
La gente que acudió ese domingo a La Murta de Xàtiva esperaba ver un partido de fútbol regional. Sin embargo, acabó presenciando una versión berlanguiana de “Evasión o victoria” que demostró que el régimen también tenía sus puntos débiles.
El CD Olímpico de Xàtiva saltó al terreno de juego entre los aplausos de sus aficionados. Pero, de pronto, el campo enmudeció. Los jugadores del Burjassot habían salido a jugar con su habitual camiseta amarilla y morada. Eso sí, cambiando el pantalón blanco por uno rojo para formar en sus equipajes los colores de la república.
No es ningún secreto que la censura franquista había extendido sus tentáculos hacia el balompié. La selección española tuvo que cambiar su camiseta roja por una azul; se obligó a todos los clubes a tener en plantilla a dos falangistas; se castellanizaron los nombres de los equipos… De hecho, el propio Burjassot CF había tenido que cambiar de nombre. Pues hasta la llegada de la dictadura se llamaba CD Republicano.
Las autoridades, sabedoras del historial del equipo de Los Silos, se llevaban las manos a la cabeza. El silencio comenzó a convertirse en murmullo entre el público. Y los jugadores, que se excusaban diciendo que había sido un despiste sin importancia, insistían en empezar a jugar. La guardia civil tomó el recinto y, de no ser por la intervención del alcalde de Burjassot que se encontraba en el palco, se hubieran llevado a los futbolistas al calabozo.
Al final, pese a todas las trabas, el partido acabó disputándose. Nuestros once valientes se llevaron media docena de goles. Pero consiguieron devolver, durante noventa minutos, el color a un pequeño campo de fútbol valenciano.