dijous, 25 de setembre del 2014

Guerra Civil Española y Franquismo desde la literatura


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“Tened presente el hambre: recordad su pasado

turbio de capataces que pagaban en plomo.
Aquel jornal al precio de la sangre cobrado,
con yugos en el alma, con golpes en el lomo.
El hambre paseaba sus vacas exprimidas,
sus mujeres resecas, sus devoradas ubres,
sus ávidas quijadas, sus miserables vidas
frente a los comedores ylos cuerpos salubres”.
Miguel Hernández
Ya han pasado 75 años desde que se terminase la Guerra Civil Española, mucho se ha escrito desde entonces, muchas interpretaciones de la historia, manipulaciones y reveses. Sin embargo, en esta ocasión, desde la curiosa mirada de Hipatia no queremos hablarles de la guerra, ni de las injusticias vividas durante el franquismo, y ni siquiera de la manipulación de la historia a lo largo de muchos  años para ensombrecer y condenar al ostracismo a la Segunda República Española. Esta vez, centraremos nuestra mirada en la literatura, en aquellas letras que se volcaron en el papel por la pluma de un sinfín de escritores imperecederos en el tiempo durante uno de los períodos más importantes de nuestra historia.
La Segunda República, la Guerra Civil, y la represión y dictadura Franquista influyó de una forma destacada en las Artes y las Letras.  Una vez terminada la Guerra Civil se inició una época de terror, donde el ideario de los generales Mola, Franco y Queipo de Llano se impregnó en esos primeros años de represión y tortura, pues, se consideraba al proletariado republicano, así como cualquier vestigio de cultura afín a la República, una cuestión a aniquilar por medio de una violencia fulminante al ser considerados como una raza inferior. Así lo manifestaba el general Mola: “eliminar sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros”. Evidentemente, la cultura también se vería golpeada y aniquilada con la llegada de la dictadura. Numerosos artistas se vieron obligados a vivir bajo el exilio y esa añoranza a la patria amada, como el caso de Alberti, y los que se quedaron vieron como la censura coartaba la producción artística, provocando un asilamiento y empobrecimiento de la literatura. Asimismo, los escritores se dividieron entre los afines al nuevo régimen y los defensores de la República.
Generación 36
La primera generación que nos atañe es aquella donde brillan nombres como Miguel Hernández, María Zambrano o Luis Rosales, entre otros. Se trata de la conocida Generación del 36, o Primera Generación de Posguerra, donde se englobaría a todos aquellos escritores que publicaron durante los años previos y mismos de la guerra y, que vivieron y sufrieron las duras consecuencias de la España divida entre vencidos y vencedores, la autarquía, la censura y la miseria.
La dolorosa huella de la guerra marcó la obra de numerosos artistas como bien lo refleja el famoso Guernika de Pablo Picasso o los versos de Machado, León Felipe Dámaso Alonso, o el gran Alberti.  Esta generación quedó estigmatizada por los cruentos sucesos de la guerra civil, la cárcel, la represión y la muerte. El sufrimiento de la guerra les llevó a escribir constantemente sobre ella, y también, a modo de fármaco para evitar que volviera a repetirse, de ahí, la constante lucha, que se manifestará desde la poseía social y poesía anónima. Son años marcados por el existencialismo. Indicando además una clara ruptura con la generación del 27 y, con influencia de Garcilaso de la Vega. Los versos de la esta generación del 36, donde el dolor ha quedado grabado en la retina de la memoria, están marcados por un lenguaje más combativo, directo y realista.
Muchos de estos escritores fueron simpatizantes del gobierno republicano, y se posicionaron claramente durante la guerra en contra del alzamiento fascista, como son  Miguel Hernández, o  Federico García Lorca. A muchos de ellos, su clara politización les llevaría al exilio o la muerte, dejando tras de sí un legado imprescindible para contemplar uno de los períodos más turbulentos de nuestra historia. Al mismo tiempo, también los hubo que pertenecieron al régimen como el falangista Gonzalo Torrente Ballester.
 Los poetas de la generación del 36 serían: Miguel Hernández, Luis Rosales, Leopoldo Panero y Juan Panero, Luis Felipe Vivanco, Ildefonso-Manuel Gil, Germán Bleiberg, José Antonio Muñoz Rojas, José María Luelmo, Pedro Pérez Clotet, Rafael Duyos, Celso Amieva, Gabriel Celaya, Arturo Serrano Plaja, José Herrera Petere y, en cierta manera, Juan Gil-Albert; en el grupo de prosistas figurarían: Enrique Azcoaga, José Antonio Maravall, Antonio Sánchez Barbudo, Ramón Faraldo, Eusebio García Luengo, María Zambrano, Antonio Rodríguez Moñino, José Ferrater Mora y Ricardo Gullón. entre los narradores, Camilo José Cela, Gonzalo Torrente Ballester y Miguel Delibes;  entre los dramaturgos, Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre, entre muchos otros.
Generación del 50
A la Generación del 36 siguió la del 50, autores que se autodenominaban “hijos de la Guerra Civil”. Este periodo coincide con una cierta apertura del régimen franquista, es el fin de la autarquía, y con la traducción por vez primera de muchas obras de autores extranjeros como T. S. Eliot o Paul Celan, donde participaran o editaran miembros de la generación de los 50 como es el caso de Carlos Barral.
El existencialismo de la anterior generación da paso al realismo social y al intimismo, dando importantes poetas como Ángel González, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente o Francisco Brines. Especialmente en poesía unen la reivindicación social con una nueva lírica y preocupación por el lenguaje, así como incorporan reflexiones metafísicas y filosóficas. Muchas de sus características toman cuerpo de algunos miembros de la generación del 98, singularmente de Antonio Machado.
En prosa, la pujanza de la novela social fue definitiva para conformar una literatura que hablaba de las penurias de un país asolado y empobrecido a través de escritores como Cela, con La Colmena, Luis Martín-Santos, Juan Goytisolo, Luis Romero o Josep María Castellet.
Entre los más destacados miembros de esta generación figuran Ignacio Aldecoa, Carlos Barral, José Manuel Caballero Bonald, Eladio Cabañero, Alfonso Costafreda, Jesús Fernández Santos, Antonio Gamoneda, Juan García Hortelano, Jaime Gil de Biedma, Ángel González, José Agustín y Juan Goytisolo, Alfonso Grosso, José Hierro(aunque algunos autores lo sitúan en un periodo anterior), Rafael Guillén, Jesús López Pacheco, Juan Marsé, Carmen Martín Gaite, Ana María Matute, Claudio Rodríguez, Carlos Sahagún, Rafael Sánchez Ferlosio, Daniel Sueiro, José Ángel Valente o Francisco Pastor entre otros.
Los exiliados
“Sal tú, bebiendo campos y ciudades, 
en largo ciervo de agua convertido, 
hacia el mar de las albas claridades, 
del martín-pescador mecido nido;
que yo saldré a esperarte, amortecido, 
hecho junco, a las altas soledades, 
herido por el aire y requerido 
por tu voz, sola entre las tempestades”.
Rafael Alberti a Federico García Lorca. 
Muchos fueron los escritores que, ya fuera durante la Guerra Civil o inmediatamente después, se vieron en la obligación de abandonar España, ya fuera por temor a ser encarcelados o para huir de la extrema pobreza y del fascismo. Al hablar de los exiliados, por encima de todos destaca  el genial poeta Rafael Alberti, miembro de la generación del 27. Durante la guerra civil militó activamente en la política y dirigió varias revistas de orientación comunista.  Vivió en el exilio hasta el año de 1977. Entre sus obras más importantes se cuentan Marinero en Tierra,  Sobre los ÁngelesCal y Canto  y Sermones y Moradas.
A él, se suman otra larga lista de escritores que vivieron el exilio, la reclusión en los campos de concentración franceses o alemanes, y las penurias que acarrea siempre la imposición del propio exilio. Entre ellos, destacan Max Aub, quien  tuvo que huir a Francia, después de haber desarrollado numerosas funciones dentro del gobierno republicano. Una vez en Francia, al igual que muchos que decidieron exiliarse al país vecino, no vivió una suerte mejor, pues, allí fue acusado de  comunista e internado en varios campos de detención. Al final, puedo exiliarse en México y no regreso a España hasta 1969. Otro caso es el de Francisco Ayala, trabajó para el gobierno republicano como letrado de las Cortes y funcionario del Ministerio de Estado, por lo que tuvo que huir a Argentina al caer la República. De Argentina pasó a Puerto Rico, primero, y Estados Unidos después. Regresó a España en 1960.
Otros exiliados famosos y, que en su mayoría no volverían, serían Alejandro Casona, Américo Castro, Luis Cernuda, Rosa Chacel , León Felipe , el ideólogo socialista Fernando de los, Ramón Gómez de la Serna, Jorge Guillén, Juan Ramón Jiménez, Salvador de Madariaga,  Pedro Salinas o el también desdichado Ramón J. Sender.
Escritores de la Guerra Civil
El impacto de la Guerra Civil también se reflejó en escritores no españoles, como es el caso del estadounidense Ernest Hemingway,  con su magnífica obra Por quién doblan las campanas (1940), novela ambientada en la Guerra Civil y donde  el propio Hemingway la vivió como corresponsal de guerra. Otros casos donde la Guerra Civil Española inspiró a diversos autores allende nuestras fronteras lo encontramos en la obra de George Orwell, especialmente en Rebelión en la granja y 1984; al francés André Malraux; y el estadounidense Peter Wyden, con la La guerra apasionada.