dimecres, 30 d’abril del 2014

CeAQUA. 24/04/14.


Posted: 24 Apr 2014 05:17 AM PDT
Este instrumento ha de servir para que se haga de altavoz, con todos los apoyos que os pedimos y que intentamos recabar, ante la sociedad civil de estas justas reivindicaciones ante la Justicia Internacional. Os rogamos vuestra asistencia a la conferencia de presentación el día 28 lunes a las 19 horas en el Aula Magna de la Facultad de Derecho de Zaragoza.
Por la mañana los intervinientes serán recibidos en las Cortes de Aragón por nuestros representantes políticos para escuchar personalmente las razones de CeAQUA y mostrar públicamente su apoyo a las mismas.

Plataforma aragonesa
Posted: 24 Apr 2014 04:29 AM PDT
Madrid, a 24 de abril, 2014.- La Comuna d’Asturies, el grupo asturiano que forma parte de CeAQUA (Coordinadora estatal de apoyo a la Querella Argentina contra crímenes del franquismo) ha organizado a  los siete asturianos que irán el viernes de esta semana al consulado de Argentina en Madrid. La finalidad del viaje es presentar denuncias de desapariciones, encarcelamientos y asesinatos acontecidos en los años de la Guerra Civil y la dictadura posterior. Sus casos se presentarán al cónsul para que se remitan a la causa que la juez María Servini de Cubría dirige en Argentina para investigar crímenes del franquismo.
Desde el mes de septiembre de 2013, Argentina ha habilitado sus consulados en todo el mundo para que puedan recibir denuncias de víctimas del franquismo, después de una solicitud hecha en tal sentido por la juez que lleva el caso para que los denunciantes no tengan que viajar a Buenos Aires.
Entre los denunciantes que irán a Madrid este viernes hay nietos de desaparecidos y también hay víctimas directas de la represión y la tortura del régimen de Franco, casos que pueden llevar a la imputación de torturadores que viven todavía.
Este es un resumen de los casos que se presentan:
Las nietas de Aida Alvaré Marqués y José Martínez Vázquez denuncian que sus abuelos fueron sacados de la cácel de Avilés y fusilados en la playa de Salinas el 22 de octubre de 1937. Sus cuerpos se abandonaron allí. En el pinal de esa playa hai una fosa con más de 300 asesinados que nunca se ha excavado. José Abargues Perles era secretario del Partido Comunista de San Esteban (Muros) y se incorporó al frente en defensa de la República. Fue condenado a muerte por “rebelión militar” y fusilado el 28 de septiembre de 1939, y está enterrado en la fosa común de Uviéu. Su mujer, Josefa Dávila Álvarez, embarazada y con seis hijos, estuvo presa en Pravia y Uviéu, en donde tuvo a su última hija, para pasar después a Saturrarán (Guipúzcoa), prisión en la que cumplió la condena por “auxilio a la rebelión” hasta el 29 de abril de 1943. Son cuatro casos de los muchos ejemplos de la represión sistemática de las autoridades franquistas en Asturias. Dos nietas de estas cuatro víctimas presentan una denuncia explicando su historias.
El nieto de Clemente Amago López-Villar que era el alcalde del concejo de San Tiso d’Abres en 1936 por el Partido Socialista. Un mes después del golpe de Estado de Franco, la zona extremo-occidental asturiana ya estaba en poder de los sublevados. Las detenciones y torturas por parte de la Falange llevaron a Clemente a esconderse en los montes cerca de su casa en Vilela. El 1 de septiembre los falangistas de San Tiso lo apresaron y lo torturaron. Su mujer lo pudo ver al día siguiente, sangrando y medio muerto, en un camión rumbo a Lugo. No volvió a verlo más. Unos años después, su viuda tuvo que pagar una multa que le pusieron a Clemente Amago por desatender su funciones como alcalde. En la denuncia que presenta su nieto se citan otros cinco casos de asesinatos y desapariciones sucedidas en ese municipio en aquel mes de septiembre de 1936.
El nieto de Jesús Fernández Pérez,  un albañil de Mántaras (Tapia) que encarcelaron en el ayuntamiento de Tapia en el mes de noviembre de 1936, cuando tenía 33 años. Un grupo de miembros de la Falange, conocidos en la zona como “El Cangrexo”, lo sacaron por la noche de la cárcel y su mujer, con una niña de seis días, no volvió a saber nada más de él. Se cuenta que lo mataron en el municipio lucense de Barreiros, aunque no se sabe dónde está enterrado. Su caso es uno más de los asesinatos cometidos en la zona occidental asturiana con toda la impunidad y con el consentimiento de las autoridades municipales franquistas. En la denuncia que presenta su nieto se citan otros casos de asesinatos, encarcelamientos y vejaciones cometidos en el municipio de Tapia en esos meses.
Manuel José García Valle, José’l Gallegu, sufrió a lo largo de su vida despidos, detenciones y prisión por su implicación política en el Partido Comunista y por su labor sindical en la mina. De 1957 a 1971 lo detuvieron 14 veces. Padeció torturas y palizas de personajes desgraciadamente conocidos en Asturias como el comisario Claudio Ramos, de la Brigada Político-Social, el sargento Pérez o el guardia Sevilla. En la denuncia que presenta da testimonio de la detención sufrida en Sama el 7 de agosto de 1963 a manos del capitán de la guardia civil Fernando Caro Leiva, enviado a Asturias por el ministro de la Gobernación Camilo Alonso Vega para reprimir las huelgas mineras.
La vida de lucha de José’l Gallegu se cuenta en el libro “A mí hay que matarme de frente”. Manuel García Valle, José el Gallegu, minero comunista, del historiador Jorge Muñiz.
Faustino Sánchez García empezó a sufrir detenciones por su actividad sindical y política en el Partido Comunista desde 1961 en el valle del Nalón. Entre sus torturadores estaban el sargento Osorio, el sargento Pérez y el guardia Sevilla. Padeció prisión y perdió su trabajo en la mina. Después de ser despedido por participar en una huelga en otro pozo, pasó a la clandestinidad y huyó al extranjero. En mayo de 1969, en Sama, lo volvieron a detener y sufrió las torturas del comisario Claudio Ramos y del policía Pascual Honrado de la Fuente. Con algunas costillas rotas, además de los tímpanos, lo metieron en la cárcel. Salió absuelto después de estar medio año preso entre Uviéu y Carabanchel.
Vicente Gutiérrez Solís se significó por su labor de organización del Partido Comunista en los pozos mineros desde 1955. Su primera detención en La Nueva después de la huelga minera de 1957/58 lo llevó con otros compañeros a la comisaría de Uviéu, donde sufrió palizas de Pascual Honrado de la Fuente y el comisario Ramos. A la salida de la cárcel en 1961, despedido del pozo, le negaron volver a trabajar en la mina por su implicación política. Volvió a sufrir detenciones y palizas en otras huelgas y estuvo deportado con otros compañeros fuera de Asturias. Tuvo que escapar a Francia, de donde volvió en 1966, aunque continuaron las detenciones, las palizas y la cárcel en diferentes momentos hasta la última detención, en 1977.
Anita Sirgo Suárez fue una de las víctimas de torturas en la huelga de 1962, hechos que generaron una ola de solidaridad y denuncia en todo el Estado y en la comunidad internacional. A Anita la detuvieron junto con su marido en Sama, cuartel donde padeció, con otros compañeros y compañeras, las palizas y las torturas de Fernando Caro Leiva. Después de romperle el tímpano de un oído por culpa de los golpes, Caro Leiva, con una navaja, le afeitó a tirones la cabeza a Anita. Las palizas continuaron a manos de Claudio Ramos en el cuartel de Buenavista de Uviéu. Anita no abandonó su implicación política en el Partido Comunista y tuvo que escapar a Francia. Al volver a Asturias siguió sufriendo estancias de algunos meses en la cárcel, por ejemplo, en torno a todos los Primeros de Mayo, siempre sin juicio ni registros, hasta el final de la dictadura.
Posted: 24 Apr 2014 04:18 AM PDT
Cuatro asturianos se querellan contra sus verdugos, Pascual Honrado de la Fuente y Fernando Caro Leiva, y otros tres buscan a los culpables de la desaparición de sus abuelos // Cinco avilesinos ultiman otra denuncia por los sucesos de la Quinta Pedrega.
Susana D. Machargo, Asturias24, 24.04.2014

Clemente Amago era el alcalde de San Tirso de Abres por el Partido Socialista cuando estalló la Guerra Civil. Se echó al monte por miedo a la represión, pero el 1 de septiembre unos vecinos falangistas le apresaron y torturaron. La última vez que su mujer y su hijo pequeño le vieron iba en un camión camino de Lugo, apenas irreconocible por los moratones y la hinchazón del rostro, casi moribundo. Meses después les llegó por correo un reloj del que nunca se separaba. Después de la contienda, tuvieron que afrontar una multa de 200 pesetas, ya que el Gobierno faccioso acusaba a Clemente Amago de haber abandonado su puesto como regidor. La familia convivió durante décadas con los asesinos. Esta semana, 78 años después, su nieto, Manuel Amago, honra su memoria incorporándose a la Querella Argentina, con un nudo en la garganta que no se deshace ni siquiera cuando relata las ironías de la historia.
Junto a Amago, dos descendientes más de desaparecidos y cuatro torturados asturianos durante la dictadura se han sumado a la Querella Argentina, con el objetivo de que los crímenes del franquismo no queden impunes. Los otros nietos de desaparecidos son María José Martínez y Xosé Miguel Soler. Todos quieren seguir los últimos pasos de sus abuelos. De los cuatro torturados, Anita Sirgo y Manuel José García, El Gallego acusan directamente al que fuera capitán de la Guardia Civil, Fernando Caro Leiva; Faustino Sánchez, Fausto y Vicente Gutiérrez Solís, a Pascual Honrado de la Fuente, de las palizas que sufrieron. Sirgo resume de forma contundente sus sentimientos: “No quiero morirme sin ver a mi torturador sentado en el banquillo”.
Detrás de los siete querellantes está la Comuna d’Asturies, la delegación en el Principado de la Coordinadora de Estatal de Apoyo a la Querella Argentina, fundada en abril de 2013 y que ya ha recabado el apoyo de 19 municipios con mociones de sus plenos. El colectivo presta apoyo moral y jurídico a las víctimas y les ayuda a articular su causa. El viernes presentarán en el consulado argentina en Madrid estas siete primeras demandas y ya ultiman más. En concreto, la Comuna trabaja en otras cinco relacionadas con las torturas en la Quinta Pedregal, ocurridas poco después del fin de la Guerra Civil. Su portavoz, Francisco Javier Rodríguez Amorín, explica que entre los posibles demandantes está la exconsejera de IU, Laura González y Nelly Fernández, exsenadora y exdiputada del PSOE. Su pretensión es presentarlas en mayo, en el consulado de argentina en Vigo.

LOS CASOS

Recuerdan con precisión los días, las horas y hasta los minutos, la indumentaria de los torturadores, la sangre en las paredes de los pasillos y las celdas, los compañeros de palizas, hasta la sopa que sus familiares intentaban hacerles llegar. Su relato de los hechos esta tan preciso que parece imposible que hayan pasado décadas y no semanas. Faustino Sánchez, Fausto, dirigente del Partido Comunista, dice que no le “llega la ropa al cuerpo” cuando piensa en el rosario de torturas y detenciones –a las que se refiere como “caídas”– que sufrió durante décadas. A la Querella Argentina incorpora solo dos, una octubre del 61 y otra en junio del 69. La voz se le quiebra cuando recuerda las patadas y los golpes, los tímpanos reventados sangrando y las costillas rotas, desnudo frente a los torturadores. “No hay ni un solo día en la vida que no lo recuerde”, insiste Fausto.
Vicente Gutiérrez Solís prefirió exigir justicia antes que contar su caso. La prioridad de Gutiérrez Solís es “que no queden impunes los crímenes del franquismo tras 39 años de democracia”. Este militante del Partido Comunista, con responsabilidades desde 1955, que fue detenido y sufrió un calvario de detenciones, exige la “extradición a Argentina de todos los torturadores que queden vivos” y la reparación para las víctimas y las familias que sufrieron la violación de sus derechos humanos. Precisa que “no se trata de buscar venganza sino justicia”.
Manuel José García, El gallego, describe una escalofriante precisión su detención del 7 de agosto de 1963, una de las catorce que sufrió por su implicación política. El gallego aún habla del tolete recubierto de perdigones con el que le golpeaban o de lo difícil que era ponerse de pie, desnudo, tras recibir un golpe. Pero la escena más aterradora la pinta cuando cuenta aquella madrugada que le sacaron a pasear, con otro compañero, por los barrios de Langreo, y cómo sus torturadores les pusieron de espalda y dispararon al aire, para aterrorizarles e intentar que echasen a correr, y así acusarles de un intento de fuga.
Una de las víctimas torturadas en la huelga minera de 1962 fue Anita Sirgo. Su relato tiene muchos puntos en común con sus compañeros y conserva intactos detalles que dejan patente la crueldad de los verdugos. Sirgo recuerda las salpicaduras de sangre en las paredes del pasillo y de las celdas y también en la camiseta blanca del capitán Caro Leiva, que las lucía orgulloso, tras una sesión de tortura, para amedrentar al siguiente. Incluso se paseaba con ellas por la calle y cuando “salía a presumir en una cafetería de la calle Dorado”. Su impresión es que estaba ante un hombre que actuaba como si estuviese drogado, que disfrutaba infligiendo sufrimiento. “Ya soy mayor, pero no me quiero morir sin verlo sentado en el banquillo. Necesitamos ayuda para conseguirlo”, clamó.
Xosé Miguel Soler ni siquiera sabe dónde está enterrado su abuelo Jesús Fernández, un albañil de Tapia, al que sacaron una noche de la cárcel en la que permanecía encerrado para fusilarlo, pocos meses después del estallido de la guerra. Pretende que quede constancia de su historia, que una instrucción haga justicia, con la memoria del abuelo y de otros muchos que sufrieron su misma suerte. En su denuncia constan otros casos de asesinatos, encarcelamientos y vejaciones cometidos en el occidente. Para él, la recopilación del material ha sido una forma de comprender la trayectoria de su familia.
La última de los siete demandantes es María José Martínez, que se persona en la Querella Argentina en nombre de sus cuatro abuelos. Solo su abuela materna sobrevivió. Al resto no los conoció. Desaparecieron, unos en el año 1937, aún en plena contienda, y otro, dos meses después de la rendición. Martínez cuenta historias de mujeres valientes que dieron a luz en la cárcel, de cuerpos en fosas comunes, de desesperación, palizas y un peregrinar por cárceles. María José precisa que solo uno de sus cuatro abuelos tenía una implicación política real, una conciencia de izquierda clara. Para el resto ni siquiera hay una explicación que lo sustente.