dijous, 28 de març del 2013

Un testimonio de la vida en el frente. Eduardo Montagut.

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jueves, 28 de marzo de 2013


Un testimonio de la vida en el frente

Prisioneros republicanos
capturados en el frente
de Aragón, 1938
(M. Reina Sofía)

«En la posición también había cambios. El nuevo capitán, era un oficial que no toleraba quietud en sus hombres. Les obligó a un inmenso trabajo de fortificación y reposición de las alambradas. Los soldados no podían eludir este trabajo porque en cualquier momento se presentaba el Capitán, que había requisado una motocicleta averiada, que él mismo había reparado. Era un hombre activo, eficaz e inteligente. Se había evadido de la zona republicana, dejando allí a su mujer ya dos hijos, cuyo canje se estaba entonces gestionando. Con sus hombres era implacable y exigente. Su ruidosa motocicleta se hacía oír varias veces al día, siempre recibida por las maldiciones de los soldados, que tenían que abrir zanjas en un suelo de inclemente dureza.

Pocos días después de mi llegada, un sargento me trajo un plato lleno de exquisita miel.
-No crea usted, es un botín de guerra; es una miel casi republicana.
-Me llevó hasta el parapeto, de cara a las lejanas posiciones enemigas.
-Mire usted; allí, a medio camino entre los rojos y nosotros, hay una cañada. Un día vimos que salía de allí una columna de humo. Al día siguiente hicimos una descubierta para ver lo que sucedía y encontramos unas colmenas abandonadas. Desde entonces, alternativamente, los rojos y nosotros vamos con frecuencia para completar nuestras despensas; el humo sirve para alejar a las abejas y para avisar al enemigo de nuestra presencia. Ni ellos ni nosotros tenemos deseos de encontrarnos allí. Respetamos nuestro turno religiosamente.»

(Frente de Aragón, 1938)

Pablo Uriel,  Mi guerra civil. Valencia,1988




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