diumenge, 20 de gener del 2013

Los tres asesinados de Vilavella en 1943 ya tienen nombre tras las pruebas de ADN

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El vecino delató a los tres guerrilleros, la guardia civil los abatió y arrojaron los cuerpos a una fosa
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Alguien del pueblo lo oyó: Antonio Vega Guerrero gritó su nombre antes de hacer explotar contra sí mismo una granada. “Soy Antonio Vega”. Junto a él Pedro Voces Canóniga y Félix Yáñez González guerrilleros antifranquistas, perdían la vida después que la guardia civil asaltara la casa donde estaban escondidos en Vilavella, Lugo. Un vecino del lugar les había delatado. Luego tiraron sus cuerpos a una fosa tras la iglesia. Fue el 12 de noviembre de 1943. Ahora, casi 70 años más tarde, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica ha conseguido identificarlos tras su exhumación en 2010.
“Muerto en encuentro con la guardia civil”, así reza el informe del juzgado militar de Lugo al referirse a los tres guerrilleros. En la instrucción, a cargo del juez Emilio Molina Carreño, coronel de caballería, bailaron los nombres y a pesar de la reivindicación que Antonio Vega había hecho de su propia identidad, pasó a ser en el auto Ovidio Peláez y Félix Yáñez fue confundido con el hermano de Pedro, Salvador Voces.
Una fosa de dos metros
El secretario del juzgado municipal de Triacastala, Amadeo Iglesias, hace constar que “tras ser practicada la autopsia se procedió a su enterramiento quedando estos sepultados en una fosa de dos metros de largo por uno setenta de profundidad y uno de ancho, en la parte sur de la iglesia de Vilavella a tres metros de la esquina norte sur y a un metro de la pared de la misma iglesia, dos de ellos con la cabeza al norte y otro con la misma al sur”. Unidos en la eternidad.
Se echaron al monte
Todos eran leoneses del Bierzo. Pedro Voces nació en Villabuena, Antonio Vega en San Juan de la Mata y Felix Yáñez era oriundo de Campelo. Se cree que los tres eran solteros. Cuando los franquistas dieron el golpe de Estado contra el gobierno legítimamente constituido, marcharon a Asturias a defender la República. En septiembre de 1936, un hermano de Vega fue asesinado. Al caer el frente asturiano se echaron al monte. Durante siete años compusieron la partida de los Pitaciegos, apodo del hermano de Pedro Voces.
Delación y tiroteo intenso
Les delató un vecino el 12 de noviembre de 1943, avisando que estaban escondidos en una casa cercana a Vilavella. Numerosos efectivos de la Benemérita se desplazaron hasta el lugar. Procedían de diferentes puntos de Galicia. Cayeron sobre ellos. Juan Toves Santamaría, teniente de la 120 comandancia rural de la guardia civil, relata en el atestado que eran las 23:00 horas del día 10 de noviembre de 1943 y en base a la confidencia recibida de que una partida de huidos atracadores había de hacer acto de presencia en el citado pueblo “sin duda para hacer un atraco” dispuso un servicio de apostadero y emboscado en los montes de Chandeiro. Esto “dio el resultado del encuentro sostenido con la indicada partida integrada por cuatro individuos con la muerte de tres de ellos y herido el otro que no obstante consiguió darse a la fuga”. El tiroteo fue intenso y duró una hora según el informe.
Acribillados
Don Teclindo Gallego Pombo, médico titular de Vilavella, explicó al juez el resultado de la autopsia. El primer cuerpo era de un hombre de unos 28 a 32 años, más bien bajo, delgado aunque bien nutrido. Tenía disparos por las nalgas, la caja torácica y la cabeza destrozadas. La mano y el brazo presentaban restos de metralla. Tuvo que ser Antonio Vega cuando la granada explosionó. El otro, decía el facultativo, era más bien alto y bien nutrido, como de 35 años. Una bala en la cabeza que le salió por el ojo le causó una muerte rapidísima. El tórax, el vientre, la mano… también mostraban múltiples heridas de bala. Y el tercero que tendría entre 28 y 35 años presentaba cuatro heridas de arma de fuego casi simétricas en el pecho y también en el muslo, y en el brazo, y en la cara…
Armas, jabón y cafiaspirina
Les encontraron armas, un fusil ametrallador Star de nueve milímetros con tres cargadores, un pistola marca Llama, un mosquetón Mauser calibre siete milímetros y cartuchos, una pistola Astra de nueve milímetros, sin cachas, completamente encasquillada e inútil por la explosión de alguna bomba. Entre los efectos personales, la guardia civil enumera una relación de efectos íntimos y limitados: una linterna, dos pilas, una navaja de afeitar marca “catorce”, una brocha y máquina de afeitar, un tubo de cafiaspirina, un cepillo para los dientes, jabón, una billetera con 200 pesetas y un sello de plata abollado con las iniciales AV. Vestían pantalones de pana y de mahon, ropa interior blanca de lana, jerséis de cremallera, americana, abrigo y gabardina. El hombre que consiguió huir era Ovidio Peláez Rodríguez, que aunque logró salir con vida del tiroteo, falleció sólo unos meses más tarde en un combate, esta vez en la provincia de León.
La exhumación
Sus familias vivieron represalias. De continuo les hacían ir al cuartelillo de la guardia civil para ser interrogados sobre el paradero de los jóvenes. Siete años de vida dura. El hermano de Pedro Voces fue abatido en 1948. Mucho tiempo después, hace pocos años, los familiares pidieron a la ARMH ayuda para exhumar los cuerpos y comprobar quienes eran realmente. La información aportada por los vecinos de la zona y la existencia de numerosa documentación oficial sobre el suceso, permitió en 2010 ubicar el lugar y confirmar las existencia de los cadáveres de las tres víctimas, así como la fecha en la que se produjeron los asesinatos. Consiguieron exhumarlos en el año 2010, si bien la Asociación tuvo que costear las pruebas genéticas pues no recibieron ayuda oficial alguna.
Para no ser olvidado
Después de un año de espera, y tras el sobreseimiento definitivo del caso, en octubre de 2012 la ARMH tomó las muestras a los familiares de los asesinados. Las identidades de los tres esqueletos recuperados corresponden con las de los guerrilleros reclamados por sus familiares. A Félix Yáñez se le ha identificado por la muestra de ADN de su hermana Josefa, que tiene 98 años. En el caso de Pedro Voces, gracias a uno de sus sobrinos. Y en el tercer cuerpo se encontraron evidencias de restos de metralla: Era Antonio Vega Guerrero que explosionó una granada en la mano mientras gritaba su nombre para no ser olvidado.